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Paseo de las Estrellas de Madrid |
La razón por la que escribo este post es tal vez la más nimia pero que para mí comporta uno de los factores por los que el cine español está tan mal valorado por los españoles: su elitismo. Los actores y directores del cine español siempre se quejan del poco éxito del cine español en este país, como si el problema fuera de los ciudadanos y no de lo propios productos. He de reconocer que el prejuicio que sostiene al cine español es lo que hace que la mayoría de la gente ya ni se moleste en comprobar si es cierto, exceptuando casos excepcionales de directores concretos (Almodóvar o Amenábar), o incluso películas que intentando a propósito evitar la seriedad conocida del cine español, acaban haciendo meras imitaciones del (peor) cine americano irreverente que, por supuesto, tiene más audiencia (Spanish Movie). Pero quitando esos casos, y también últimamente ciertas películas de terror de calidad como El Orfanato, lo cierto es que el cine español ha cosechado lo que ha sembrado.

Esa seriedad con la que identifican los espectadores este cine no es más que el elitismo que
desprenden, y que hace que grandes películas pasen desapercibidas simplemente porque el español medio busca una imagen más cercana y amable, no sentir que le miran por encima del hombro por el hecho de preferir una experiencia más evasora y menos intensa. Porque el cine debe ofrecer ambas cosas y eso es algo que el cine español olvida a veces.